jueves, 10 de noviembre de 2016

Sin hilo II

Estaba ahora revisando el blog y he vuelto a una entrada que subí en febrero, en la que hablaba de una sinfonía de Haydn: http://thecorneroftales.blogspot.com.es/2016/02/un-poco-de-haydn.html. Me ha picado el gusanillo y estoy escuchándola de nuevo. ¡Es realmente sobrecogedora! Los vaivenes en los que se entremezclan la alegría y la dichosa impotencia… Genial. Ahora me cogerá el mono de escuchar música clásica.

Están sucediendo muchas cosas. Torrentes de información nos bombardean a diario, y sigue habiendo hechos relevantes que están indocumentados. Aun algo apenada por abandonar la carrera de Historia, me hará mucha ilusión estudiar Periodismo el año que viene. Quiero conocer todas las técnicas y herramientas de esta disciplina y poder informar sobre la actualidad con rigor y la máxima objetividad posible. Quiero alejar el periodismo de cualquier tipo de intención manipulativa. La prensa no debe inventar ni mangonear: su deber es plasmar, de forma fidedigna, la realidad. Y yo quiero aprender a hacerlo.

Igualmente, nunca pienso abandonar la historia. Ni dejarla en un rincón, como parte de la decoración. Seguiré leyendo, seguiré buscando, y en un futuro investigando. Seguiré apasionada por las épocas pretéritas. Estudiarla en la universidad, aunque solo hayan pasado dos meses desde que comenzó el curso, hace que la vea desde un prisma completamente diferente a la percepción que tenía anteriormente de esta ciencia. Siempre la había visto como algo bonito pero que, como formaba parte del pasado, no tenía ninguna utilidad en la actualidad ni en la práctica. Pero ¡cuán equivocada estaba! ¡Cómo nos engaña, a todos, el sistema educativo! La historia es mucho más que una recopilación de anécdotas entretenidas. La historia da significado a las culturas, a las sociedades, y a la política. La historia da significado a la HUMANIDAD.

Ya que estoy, aprovecharé para dejar aquí otra sinfonía de Haydn que estoy escuchando ahora mismo, la número 92:


Sé que esta es una entrada corta, pero intentaré pronunciarme más a menudo a partir de ahora. Bueno, no puedo prometer nada. Haré lo que esté en mi mano. Y trataré de estar más informada sobre la actualidad, porque soy la primera que necesita documentarse. Ando muy perdida...

sábado, 29 de octubre de 2016

Sin hilo

Estoy pasando por unas etapas de cambios constantes. Descubrimientos. Giros argumentales -aunque no exagerados-. No solo persistía el bloqueo mental a la hora de escribir, tampoco me sentía con las ganas suficientes para ponerme a escribir algo… ¿sólido?

Me debato entre seguir viendo Six Feet Under o escuchar música. Concretamente a Ben Harper. Merodeaba por Facebook, algo desganada, cuando me he topado con una publicación en la que salía él hablando de su voz… “No me habrían aceptado en un concurso musical, como el American Idol. No tengo la voz para ello. Pero la voz que sí tengo sirve a lo que he vivido, a lo que siento, a lo que percibo”.

En un concurso regentado por mí, no solo su voz sería valorada como se merece, siendo considerada de alta calidad, sino que podría ser uno de mis favoritos únicamente por lo que transmite con su música, sus palabras y las texturas melódicas. No necesita todo un bagaje de instrumentos que lo auxilien en el acompañamiento.


Nunca he sido una melómana. He disfrutado de la música y la he valorado como uno de los bienes más importantes y, directamente, imprescindibles de la vida. La música es de las únicas disciplinas que van más allá de lo entendible y expresable en palabras. Se podrá hablar de la armadura, de los pentagramas, de la escala de do y de sol y de fa y de mi, de los instrumentos, de los ámbitos y registros… pero no se puede hablar, justamente, de las emociones que insufla. No se puede hablar del vahído que se siente cuando se llega al éxtasis. ¿Se podría equiparar al orgasmo sexual? ¿ES un orgasmo sexual? O... ¿existen otro tipo de orgasmos?

No obstante, como ya he dicho, no soy una melómana, ni nunca lo he sido. Nunca me comprometo a adentrarme por completo y a viajar con ella. No me refiero a ir en transporte público, en coche o caminando escuchando música con los auriculares. Me refiero a coger el tren que me ofrece cada álbum, a disfrutar de cada travesía dedicándome a ella por completo, abstrayéndome de los otros elementos que me rodean... Es preciso que le dedique más tiempo. Envidio a los devotos de esta doctrina -si es que puede considerarse así... que lo dudo.

Aislarme. Lo que necesito, a veces, es eso. Un aislamiento. ¿Sería demasiado radical retirarme? ¿Sería tan criticada como la película de Into the Wild? Que por cierto, a mí me gustó mucho. Quizá eso se debe a que la vi hace tiempo y era más chiquilla, o a que no entiendo el cine ni sé cuáles son las buenas películas DE VERDAD.

BAH. A la mierda los críticos intelectualoides que se lucran de juzgar cualquier producto audiovisual o literario que no siga unos preceptos no exentos de pedantería. Que sean felices contentándose con su cine clásico de principios del siglo pasado -que también está genial, no me malinterpretéis, pero hay que valorar el más actual-. A ver, centrémonos, ¿se puede saber qué estás diciendo, Rebeca? Ni que todos los detractores de Into the Wild fueran unos críticos intelectualoides y presuntuosos. Los habrá de inteligentes de verdad.

Después de mis delirios infundados y sin (mentira) precedentes, os dejo aquí otro temita del señor Harper que me reproduzco una y otra vez y que a menudo es capaz de producirme goosebumps -soy una modernilla porque hablo en inglés, en efecto-:


miércoles, 21 de septiembre de 2016

THE WIRE: LA SERIE CINEMATOGRÁFICA

Este artículo fue principalmente subido en otra página web: https//elhombrecamara.wordpress.com/2016/05/22/the-wire-la-serie-cinematografica/, porque se trataba de un trabajo para la asignatura de Cultura audiovisual, de 2ª de Bachillerato.
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The Wire nos presenta una nueva manera de ver el "cine": por capítulos de una duración de 50-60 minutos. Porque, aunque entre dentro de la categoría de serie televisiva, las técnicas empleadas son propias del mundo de la gran pantalla: es como si viéramos un documental de ficción. La precisión de los diálogos (como diríamos en la literatura clásica: el “decoro poético”, que consiste en que cada personaje tenga su propio lenguaje según los estudios que haya cursado y la clase social a la que pertenezca), la ambientación (los espacios son realistas porque los exteriores están rodados en las calles de la misma ciudad, y no se utilizan estudios), y la verosimilitud de las situaciones narradas son unas de las características principales de la serie. Otras series que empezaron a seguir esta tendencia anteriormente eran también de la misma empresa, la HBO (con series como The Sopranos, o Oz).

El punto de vista del espectador es omnisciente externo, por eso tiene similitudes con el género del documental, porque no hay uno o dos personajes protagonistas; todos van y vienen y aportan su granito de arena, todos tienen su importancia. En la primera temporada, por ejemplo, podemos pensar que quizás el protagonista es el policía Jimmy McNulty, o el narcotraficante Di Angelo Barksdale, pero a medida que pasan las temporadas, nos vamos dando cuenta de que no hay ninguno que destaque por encima del resto. A parte de esta frivolidad narrativa, con la que se nos hace difícil crear un vínculo emocional con ningún personaje, también es importante remarcar que ningún personaje es bueno o malo, no hay polos opuestos: nada es totalmente blanco o negro. Con esta característica, se reitera el realismo de la serie. Finalmente, podríamos constatar que no hay un protagonista humano, sino que el protagonista es, en realidad, la ciudad de Baltimore, donde se ambientan todos los sucesos. Es cierto que hay un conjunto de personajes que son más principales que otros; sin embargo, los personajes secundarios tienen también mucha relevancia en la trama, no son solo parte del decorado. A parte, están todos insertados en un ciclo vital que se repite, y son víctimas del determinismo.

Para remarcar el aspecto de la verosimilitud, vemos como se abarcan varias temáticas:

1.      En primer lugar, uno de los temas más importantes: la problemática de las drogas, tanto desde el punto de vista de los traficantes como de los consumidores.
2.      La pobreza, que se ve patente, en su mayoría, en los habitantes de etnia negra (que constituyen, irónicamente, alrededor del 65% de la población).
3.      La policía, que intenta combatir la problemática de las drogas y la delincuencia en general que se acontece en la ciudad (no solo se nos presenta su lado bueno, sino también la incompetencia de muchos miembros del cuerpo policial, y la corrupción de los de arriba).
4.      La importación de productos ilegales de manera clandestina mediante los puertos marítimos y otras vías.
5.      La corrupción política, que prácticamente podemos ver plasmada en las elecciones para la alcaldía del municipio.
6.      La educación en los barrios más conflictivos. Su calidad poco propicia está también directamente relacionada con la pobreza económica y con la problemática de las drogas (los padres adictos no son capaces de ofrecer una educación óptima a los hijos, y así consecutivamente).
7.      La implicación de los medios de comunicación en la delincuencia, y la manipulación y tergiversación del periodismo en muchos casos, por el sensacionalismo.

Es preciso destacar la integridad de las interpretaciones de los actores, ya que muchos de ellos formaban parte, en la vida real, de estos barrios donde permanece la presencia de las drogas y la pobreza, y vivieron en primera persona estos entornos conflictivos. Por lo tanto, eran capaces de encarnar sus personajes con una naturalidad increíble, sin requerir unas dotes interpretativas espectaculares ni experiencia en el mundo escénico.

Ligado con los escenarios de exterior reales y con la acurada recreación de los interiores (sin la necesidad de muchos recursos ni de una superproducción), es relevante otra peculiaridad de la serie que otorga realismo: la falta de música, de sonidos extradiegéticos (de fuera de campo). Que no se añada música en los momentos cruciales (por ejemplo, para acentuar el dramatismo, o para dar más impacto en escenas morbosas), está también conectado con la inconsideración narrativa. La clara intención del creador de la serie (David Simon, periodista muy implicado en la realidad en las temáticas que trata en sus proyectos) es que haya una distancia entre el espectador y los personajes, y pretende mostrar los hechos de la manera más cruenta posible: no hay marcha atrás, no hay compasión; simplemente se plantea un punto de vista pasivo y estoico de las circunstancias.

domingo, 21 de agosto de 2016

LA PERLA DE CHINA




Breve ficha técnica
Título original: Pearl of China
Idioma original: Inglés  
Autora: Anchee Min
Año: 2012
Editorial: DEBOLS!LLO
Número de edición: Primera en DEBOLS!LLO
Número de páginas: 345 (Nota de la autora posterior incluida)

Nos introducimos a finales del siglo XIX en zonas agrarias del sur de la China. Anchee Min consigue diseñar una biografía de la estadounidense Pearl S. Buck sin caer en los tópicos del género: el narrador es en primera persona, desde el punto de vista de una amiga que la acompaña —aunque durante ciertos periodos de tiempo sea solo en espíritu— a lo largo de toda su vida.

En el personaje de Sauce, una de las protagonistas —después de Pearl, obviamente, porque es en ella donde recae, a mi parecer, lo más esencial de la novela—, se fusionan varias personas que convivieron y congeniaron con la escritora durante todos los años que esta vivió en China. La autora nos muestra como Pearl había sentido, desde pequeña, que China era su hogar, donde estaba arraigada, a pesar de ser Estados Unidos su verdadero país de origen. Esta pasión por el país asiático la manifiesta en su bibliografía, en la que relata -por lo que se nos cuenta en la novela, con asiduidad- situaciones cotidianas de los campesinos chinos.

A parte de centrarse en ese personaje histórico, Anchee Min retrata los conflictos entre el gobierno nacionalista y el comunista, y la imposición de esta última ideología, bajo la dictadura de Mao Zedong que, junto a su mujer, no censuró en ningún momento la represión —es más, la propagó— hacia los que mostraban un mínimo desacuerdo con el sistema instaurado. A ese entramado de conflictos se le añadía también la intromisión de Japón, con sus intenciones de conquistar China.

La autora mezcla, con destreza, elementos históricos y ficticios, que confieren una novela que muestra datos reales de la situación política y social del país en la época y, a la vez, consigue que el lector se encariñe de los personajes más importantes. También, a parte del dramatismo que predomina en la obra, se vislumbran, sobre todo en las escenas más cotidianas, tintes cómicos, que ayudan a canalizar la tensión acumulada durante los acontecimientos más turbulentos.

En mi opinión personal —aunque algo ya se ha podido detectar en los párrafos anteriores—, ha sido una novela muy de mi agrado. No de mis favoritas, pero ha conseguido emocionarme y, a la vez, consternarme por la paupérrima tesitura política de la época en China. Esta lectura me ha alentado a documentarme más sobre la historia del país y a leer libros de Pearl S. Buck. Además, mi interés por la literatura china ha crecido notablemente.

No me gusta puntuar libros, así que seré generosa con la mayoría. A esta obra le otorgo cuatro de cinco estrellas, es decir, que la considero muy buena. No hace falta decir que, obviamente, la recomiendo. El estilo de Anchee Min no es complejo, sino bastante sencillo, es fácil de digerir para un público amplio. Así que, aunque no estés acostumbrado/a a leer, te animo a que le des una oportunidad.

Mi perfil en Goodreads

sábado, 20 de agosto de 2016

Breve reminiscencia al presente



Érase una vez una pequeña y acogedora aldea, en la que residían ciento cuarenta y nueve lugareños, todos de buen corazón, de sonrisa amplia, de generosidad abrumadora. Los días se sucedían con tranquilidad, luciera el sol o encapotaran el cielo las nubes. Las cosechas prosperaban y la ganadería era fastuosa, mientras que los habitantes congeniaban y vivían en armonía. Además, el pueblo estaba cercado por un paraje bucólico, como salido de una égloga, con un bosque frondoso y riachuelos de aguas diáfanas entrecruzándose equilibradamente.

Por mala suerte, había también un ser maligno, dispuesto a astillar el bienestar imperante, a quien llamaban el Máquina. No, debería corregirme: no era un ser esencialmente malévolo, sino que estaba loco, ciego de rabia, engañado, y dilucidó descargar su cólera sobre personas inocentes.

Qué daño hace la historia. La historia, creada sobre los cimientos apilados por los mismos seres humanos. Nosotros mismos la construimos, nosotros mismos la execramos después. Así se sentía el Máquina: despedazado, humillado, con la dignidad burlada. En su cabeza solo navegaba el odio, el odio infundado por charlatanes, por miserables cuyo único propósito era destrozar las vidas ajenas, frustrados por no haber alcanzado el éxito deseado.

Así que, sin pensárselo dos veces, hizo estallar granjas. Incendió la parroquia, donde dos ancianas postradas ante el altar rezaban por una buena vida. Derrumbó la pequeña escuela, mientras niños destinados a labrar un futuro fértil estaban aprendiendo álgebra. No tuvo suficiente con eso, que incluso asaltó la humilde clínica.  

“Han hecho que te arrodilles ante ellos. Eres un vasallo, todos lo somos. Dan apariencia de empáticos y generosos, abiertos de mente, pero en realidad nos esclavizan. Llevamos siglos buscando la igualdad por vías pacíficas, pero ya ves que estas medidas son un fracaso, así que la solución es evidente: cortar los problemas de raíz. Hay que recurrir a la violencia.”

Estas palabras, pronunciadas un par de meses atrás por el Capo, retumbaban en su cabeza mientras cometía esas atrocidades y contemplaba desde el monte la destrucción de la paz, eran como un himno de gloria, y le aportaban seguridad, le confirmaban que no había hecho nada malo, que solo estaba luchando por lo que él y los suyos merecían.

viernes, 13 de mayo de 2016

Elegía a un consumidor consumido



¿No ves que te tiene poseído, que te está intoxicando? Su aura embelesadora te ha cautivado y estás atrapado en sus redes, colocadas de forma estratégica para que tú seas tan pazguato como para embarullarte en ellas. Escápate, ahora que puedes. Aún puedo ver una brizna de cordura en tu semblante, sé que tu alma está luchando por huir, pero tu corazón enfermo la combate con fiereza. 

Tu espada, en vez de desenvainarse y atacar, rebelarse, se ha introducido dentro de ti, hendiendo tu espíritu. Te ha salido el tiro por la culata. Estás perdido, corres y recorres territorios indomables, fuera de tu alcance, y aun así decides avanzar, tragándote todas las consecuencias pero sin ser consecuente; te arrastras por el barro, que cicatriza temporalmente tus heridas -las cuales están preparadas para, próximamente, florecer de nuevo.

Estás confundido y eres confuso; te lastimas y eres dañino. Vagas sin rumbo, nadie comprende tu naturaleza mansa y a la vez sañuda, caes por un precipicio e, incluso habiéndote magullado todo el cuerpo, escalas de nuevo el escarpado, sin temor alguno, con un coraje abismal.

Luego irrumpes en el interior de esencias benévolas, les quebrantas la coraza y les descolocas los esquemas. Y tú eres el incomprensible. Imposible de descifrar. Lejano, alicaído, absorto, adusto; a la vez próspero, orgulloso, ufano, brillante. Brillas como una joya, tu superficie chilla, y tú te atreves a arder, a gozar de la pasión: eres valiente. Valiente y desenfrenado. Te vuelves loco.

¿Dónde está tu juicio? Se ha desvanecido. Ha volado como un pájaro. Ha volado como tú. Porque tú eres un pájaro. Un pájaro triste, soñador, desvencijado y desorientado. No te conformas, estás furioso, una bella ira te descontrola. Porque fracasas, a pesar de los buenos pronósticos; vaticinas éxitos que no se cumplen, y te quedas perplejo, sin esperanzas, ante los resultados. Es ahí cuando arremetes. Y destruyes. Infliges un daño propasado y no merecido.

Pero tu sulfurada destrucción es infundada e inocente: no te das cuenta del dolor que causas, eres inconsciente de lo que despedazas. Arrollas todo lo que está en tu camino. Como una hélice que se adelanta impertérrita, con el movimiento constante de sus aspas.

Cuando te das cuenta del daño que has causado es demasiado tarde, y resuelves castigarte a ti mismo, por insensato, por majadero, por cerdo. Es ahí cuando te clavas el puñal, y lo retuerces para expandir la tortura, acrecentarla. 

Finalmente, en el limbo de tus fuerzas, sueñas. Tus sueños rebosan hermosura. Esa mohína delicadeza se refleja en tu rostro. Te propones metas, objetivos, con la seguridad de que los alcanzarás, a pesar de los múltiples obstáculos que se te presentan en el trayecto. Eres un bonito espectáculo, al fin y al cabo. Tienes una ilusión: acabar con este ciclo que se repite, que no deja paso a redenciones, que te empuja, te empuja, te empuja… hasta que caes. Y no hay renacimiento que valga.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Mi silencio


Soy consciente de la poca concurrencia que acude a mis dominios, pero creo que debo una explicación a las motas de polvo que pierden su preciado tiempo en visitarme. Sí, a partir de ahora consideraré que este rincón son mis dominios. Y no es figurativo, de verdad que lo son.

¿Que por qué desaparezco de vez en cuando? Cosas del mecanismo de mi cerebro. Hay ocasiones en las que se excita y fluye la imaginación, o lo que sea. Otras veces se queda atascado, y no podría desobstruirlo ni con el Pato.

Ahora he regresado. Una luz anaranjada abraza las cumbres de los edificios, y mi hermana me acompaña mientras me bebo a sorbitos delicados un café recién hecho (el café es metafórico, representa el aislamiento, supongo... sería real si me gustara el café, pero es que no me gusta el café, será que tengo un paladar infantil todavía). Está en silencio, pero yo sospecho que confabula un plan de destrucción de la Humanidad mientras todos pensamos, ingenuos, que es un ser adorable. Nunca sabemos qué puede llegar a pensar uno.

Hablando de eso, ¿qué es la verdad? Y yo que no quería meterme en temas filosóficos. Ya he tenido suficiente por hoy, con ese examen mediocre de Nietzsche (que por cierto, señor, no me resultas muy agradable, esas ideas tuyas me tocan bastante las narices). Me he cansado de la rebelión de los esclavos, de la moral de los señores y del lenguaje como vehículo para simplificar el mundo a la medida del hombre (guiño a mis compañeros de clase). Así que no, esta vez no tocaré temas filosóficos. Otro día, si me animo, quizás.

Volvamos a mi situación actual: como causa de mi ausencia alegaría la acumulación de exámenes, pero me parece una excusa barata y fácil de pretextar. Que sí, que me he visto envuelta por una vorágine de apuntes y pruebas y teorías de diferentes materias, pero no ha llegado a absorber todo mi tiempo. Así que no, no sirve como excusa.

Por lo tanto, debo hacer una retrospección al segundo párrafo: mi cerebro, que sufre altibajos. Sin embargo, me propongo a mí misma comprometerme con mis dominios, intentando escribir de forma más periódica, y no solo una vez cada x meses. Eh, y si recibo algo de audiencia... Vosotros, no me tengáis miedo, podéis comentar, si tenéis el afán de hacerlo. Recibiré vuestras palabras con satisfacción. 

Aunque bueno, este es un espacio modesto. Humilde. Que solo me visitan cuatro gatos, vaya. A veces ni eso. Pero nunca está de más desvariar un poco, aunque sea en soledad. De hecho, mejor en soledad. No vayan a mirarte con desdén por ser un bicho raro. 

Hago un último inciso, hablando de bichos raros: a mí me daba miedo serlo. Temía esa divergencia de la convención. A la vez, lo percibía como algo negativo. Empero, cuando enloquecí y me adentré en la aventura, descubrí lo que me había perdido hasta el momento, y averigüé que ser un bicho raro es estupendo. 

¿Supongo que con esto pretendo dar una lección, un mensaje de amor al prójimo y de aceptación a uno mismo? Yo qué sé. Yo solo suelto palabras. 

Espero que mi cerebro me permita volver por aquí pronto.

miércoles, 24 de febrero de 2016

NOSFERATU (1922)



Os presento un comentario (más bien un análisis técnico que una opinión personal) de la película alemana Nosferatu. Este comentario lo presenté para un trabajo en la asignatura de Cultura Audiovisual.

1.Ficha técnica
Ficha técnica extraída de Filmaffinity
Título original: Nosferatu, eine Symphonie des Grauens
Año de producción: 1922
País de producción: Alemania
Duración: 91 minutos
Dirección: Friedrich Wilhelm Murnau
Guión: Henrik Galeen Autor de la novela: Bram Stoker
Productora: Prana-Film GmbH
Director de fotografía: Fritz Arno Wagner (B&W)
Música: James Bernard, Hans Erdmann, Carlos U. Garza, Timothy Howard, Richard Marriott, Richard O’Meara, Hans Posegga, Peter Schirmann, Bernardo Uzeda, Bernd Wilden
Reparto: Max Schreck, Alexander Granach, Gustav von Wangenheim, Greta Schröeder, GH Schnell, Ruth Landshoff, John Gottowt, Gustav Botz

2.Análisis narrativo

El género principal es el terror. Se puede clasificar, también, en varios subgéneros, que son cine mudo, película de culto, vampiros, siglo XIX y Drácula. Pertenece al movimiento del expresionismo alemán. El leitmotiv es que los vampiros son una plaga, como las ratas, y todo contacto con estos seres tiene que ser evitado.
Sinopsis: Año 1838. Hutter es un joven que vive feliz con su mujer en la ciudad de Wisborg. El conde Orlok está interesado en instalarse en el edificio delantero. Knock, su agente inmobiliario, decide enviar a Hutter para acabar de concertar el negocio. El muchacho, sin objetar nada, decide emprender el viaje. A pesar de las advertencias sobre fantasmas por parte de quienes lo acompañan, no da su brazo a torcer. Allí conocerá al conde, y descubrirá que este es un vampiro.

Personajes principales:
Podríamos decir que Hutter es el protagonista. Se muestra escéptico en cuestión a la presunta existencia de seres sobrenaturales, no pone objeciones para ir a Transilvania y negociar con el conde Orlok. Tiene una fuerte conexión emocional con su mujer Ellen. Esta cae en la desolación cuando Hutter se va. Vela por su seguridad y es capaz de hacer cualquier cosa por él. El conde Orlok, también conocido por Nosferatu, es la encarnación del famoso conde Drácula. Misterioso, misántropo y malévolo, sorbe la sangre de los seres humanos para subsistir y hace de todo para poder perpetrar su perfidia. Knock es su agente inmobiliario, que está totalmente subyugado bajo su poder.
3.Tratamiento iconográfico. Análisis de la fotografía.
El punto de vista es en tercera persona. Respecto al encuadre, predominan los planos generales, los planos enteros y los medianos. A menudo se utiliza un marco circular. La angulación de la cámara es, mayoritariamente, normal. En algunas escenas, para transmitir miedo e infundir respeto, se utiliza el ángulo contrapicado, sobre todo con Nosferatu.

Ejemplo de plano contrapicado

La perspectiva es de superposición, que otorga mucha profundidad a la imagen. La iluminación es siempre natural, también por la contextualización histórica. Contrastes, técnica del claroscuro, sombras muy marcadas, para dar sensación de misterio y provocar angustia. Esto es muy típico del expresionismo alemán. De hecho, es uno de los aspectos más característicos de este movimiento. El filme es en blanco y negro.

Otros rasgos muy característicos del expresionismo alemán que podemos detectar en la película son: el maquillaje exagerado de los personajes; las formas puntiagudas; las diagonales, que aportan dinamismo y desequilibrio; el antirrealismo de la puesta en escena; la expresión de la subjetividad, para dar importancia a las emociones y sentimientos del hombre, etc.
4.Montaje. Estructura audiovisual

La estructura del tiempo es lineal, aunque también se utiliza la técnica del montaje alterno. Uso de elipsis significativas para omitir escenas de poca relevancia. No hay movimientos de cámara: se usa la cámara fija, como en la mayoría de cine de la época. No hay sonido dentro de campo. La música está añadida en la postproducción, y es extradiegética.
5.Conclusiones y valoración

Friedrich Wilhelm Murnau, director de la película, ya había mostrado que tenía habilidad para crear atmósferas asfixiantes en su anterior filme El castillo encantado (Schloss Vogelöd), en el año 1921. Para seguir desarrollando su talento, con menos precipitación dirigió Nosferatu, adaptación de la novela Drácula.

Como consecuencia por haber infringido los derechos de autor, la viuda de Bram Stoker (el autor de la novela original) denunció a Murnau, que fue condenado a destruir todas las copias de la película. Afortunadamente, una numerosa cantidad de copias se almacenó en varios países, y no fueron eliminadas. Por eso, hoy en día el visionado de la película está disponible.

Con Nosferatu, Murnau tenía la intención de representar a la Alemania abatida a causa de la derrota en la Primera Guerra Mundial, encarnando el vampiro en la figura de una rata que extiende una plaga. Es curioso, también, el origen etimológico de la palabra "nosferatu", que es una palabra de origen rumano, sinónima de vamiro. Bram Stoker, autor de la novela de Drácula, da a entender que creía que, literalmente, la palabra significaba "no muerto", y relacionó el concepto con estos seres mitológicos y sobrenaturales.

En mi opinión, me ha gustado mucho la película. Aunque con el paso del tiempo el concepto de terror se haya ido distorsionando, es indudable que las escenas en las que aparece Nosferatu provocan cierta inquietud y angustia. Me ha parecido muy curioso el simbolismo de las puertas de la mansión del conde, que simulan la forma de un ataúd.

A lo largo de las últimas décadas, se han hecho muchas versiones de la novela de Bram Stoker. Yo solo he tenido la oportunidad de ver esta y la de Francis Ford Coppola que, sinceramente, me decepcionó bastante. En mi opinión, a pesar de los escasos recursos cinematográficos de la época en comparación a la actualidad, es prácticamente imposible igualar la calidad de este filme. Lo que más choca, sin duda, es el juego de sombras, que son muy intensas. También me ha encantado la caracterización del vampiro y la interpretación del agente inmobiliario.

Lo único que objeto es la música. No es que me haya disgustado, pero en ocasiones me parecía que no encajaba mucho con los sucesos de la escena, y estaba algo fuera de tono. No obstante, en algunas escenas era aceptable.

En resumen: es una película totalmente recomendable, sobre todo si estás interesado en el cine, independientemente de la época de producción.

Este análisis está abierto a modificaciones. Si alguien que sabe de cine quiere corregir cualquier cosa, adelante.

martes, 23 de febrero de 2016

UN POCO DE HAYDN

No soy ninguna experta en música pero, para animar un poco el blog, me apetece ir compartiendo, de forma periódica (o cuando Dios quiera), obras y temas que me gusten. 

Gracias a la asignatura de análisis musical, que estoy haciendo en Bachillerato, siento más interés por la historia de la música. Así que, hoy, tengo ganas de compartir una pieza a la que, convencionalmente, clasificaríamos dentro de la que llamamos "música clásica", concretamente una sinfonía de Joseph Haydn con la que me topé hará cosa de un mes. Cuando la escuché por primera vez, me fascinó.

La sinfonía es la siguiente, la número 45:



Algo que me llamó la atención fue percatarme del clavicémbalo en el acompañamiento, pues teóricamente Haydn pertenece al clacisismo, época en la que se descartó el bajo continuo para pasar al bajo de Alberti. Deduje que, quizás, esta se trate de una pieza compuesta en tiempos en los que el Barroco seguía algo vigente en el ámbito musical. Si hay algún musicólogo o experto por aquí que me lo confirme, ¡se lo agradecería mucho!

Esta sinfonía me transmite cierta melancolía, el sentimiento de impotencia, de no poder hacer nada para cambiar las cosas que frustran a uno. A la vez, también la interpreto como una lucha constante para combatir los fracasos, una lucha llena de obstáculos y altibajos. El final de la obra es como una especie de apertura, de alcance al éxito, de "alivio".

Quizás es culpa de la imagen del vídeo, pero las subidas y bajadas de intensidad de la melodía me evocan el mar, la marea alta e inquieta, ese sonido del agua acercándose para, posteriormente, alejarse. 

Como he dicho anteriormente, no soy ninguna experta en música, ni tengo la intención de dedicarme a su estudio. Comparto esta simfonía con el único fin de difundir este arte, que es el capaz de propalar más sentimientos que el resto, unos sentimientos imposibles de describir con palabras.

Mi intención es dar un poco de vida al blog, ya que llevo meses de (casi) inactividad, y este un espacio en el que puedo dar mis opiniones y exponer mis "conocimientos" sin límites, es un recurso que no he aprovechado lo que debería. Intentaré publicar reseñas de libros, probablemente también de películas, y propias opiniones. Si la inspiración decide regresar, daré más rienda suelta a mi creatividad y quizás me anime a escribir algún que otro relato.

¡Saludos! 

martes, 15 de diciembre de 2015

¿Yo dentro de veinte años?



Este relato es un intento de pronóstico de mi futuro (concretamente, cuando tenga 37 años). Probablemente está muy alejado de como será realmente mi vida. Pero no lo escribí porque sí: era una tarea del instituto. Me ha hecho ilusión publicar la redacción porque es de los pocos escritos míos que me han gustado un mínimo.
Disculpad si, cuando lo leáis, os parezco repelente y pretenciosa. No era mi intención. 

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Disfruto contemplando la magnificencia de Barcelona por las mañanas. A primera hora del día, cuando el sol todavía está tímido y no acaba de salir de su escondrijo. Apenas hay coches que rompan el silencio, y el aire es frío y cortante.

Muchos ignorantes aborrecen el invierno, sobrevalorando la playa y el calor sofocante. Pero, ¡qué locura! No hay nada más acogedor que cobijarte de las bajas temperaturas con el abrigo de piel –piel sintética, no vaya a alzarse la polémica-, el jersey de lana, las botas forradas, el gorro y la bufanda –aunque yo no soy muy amiga de las bufandas, pues recelo la opresión que me hacen sentir en el cuello-, los guantes… Y el edredón, ¡bendito sea el inventor del edredón!

¿Por dónde iba? Ah, sí.

Asciendo por la calle Sicilia, recibiendo con optimismo la brisa fría que me azota el rostro –sin compasión: está furibunda, colérica. La calle está prácticamente vacía, solo atisbo a un muchacho veinteañero llevando de paseo a su mastín.

La librería sigue generando polvo, y me parece realmente encantadora. Los pocos libros que todavía se editan en papel están colocados en el escaparate y en los estantes más cercanos a la puerta de entrada. El resto de anaqueles están atestados de libros viejos, de todas las épocas.

El negocio está en bancarrota, lo sé, soy plenamente consciente de ello. Pero me importa un comino. Sigue siendo mi refugio favorito (y lo seguirá siendo). Aprovecho que la clientela es escasa para enfrascarme en la lectura de los miles de libros que hay aquí almacenados, y me despido de mi vida social. ¡Diez horas de soledad! ¿Qué más podría pedir?

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Al finalizar la jornada, a las seis de la tarde, Ruth viene a buscarme. Aunque solo tiene ocho años, no me da miedo que vaya, en ocasiones, sola por la calle. Es una niña responsable y cautelosa.

Hoy ha sido un día provechoso, más de lo que me imaginaba. Ha venido el primer cliente en dos días, y yo pensaba que se iría enseguida, pues no parecía muy satisfecho con lo que estaba viendo. No obstante, por asombro, al reparar en el estante de literatura alemana, se ha entusiasmado y ha empezado a acopiarse de un montón de libros.

Con curiosidad y sorpresa, me he acercado al señor, que debía de rondar los sesenta años, y le he preguntado si buscaba algo en concreto.

-Guten Tag, bella Mädchen –ha replicado, con un característico acento alemán-. Estoy contento. Vivo en Santa Coloma. Hace poco que vivo aquí, soy de München, auf Deutschland. He versucht en muchas… ¿cómo se dice? ¿Buchhandlungen, en español? Donde hay libros.

-¿Librerías?

-Sí, liberias. He buscado en liberias, y no hay libros en Deutsch o de Deutschland. Todo está en ebook. Por la tecnología. Ya dijo Einstein que la tecnología nos deja Idioten. Aquí veo que hay… Hermann Hesse… Friedrich Schiller… Goethe… ¡También von Schlegel!

Esto ha desencadenado una conversación entretenida, en la que hemos dialogado –de forma un tanto chapucera: él mezclando el castellano con vocablos alemanes, yo tratando de entender todo lo que decía, que entre su acento y su idioma extranjero, ha sido un poco complicado- sobre literatura y filosofía alemana. Además, dos horas después de esa larga charla –que al final se ha descomedido un poco-, se ha llevado alrededor de unos veinte libros, y mi hucha está profundamente agradecida.

Ruth es una niña simpática, pero un tanto introvertida. Supongo que será por lo que ha aprendido de mí y su padre: ambos lectores ávidos, muy a menudo reacios a socializar, con afán de aprender y descubrir el mundo. No es que seamos unos amargados y que queramos sumir a nuestra hija en una soledad perpetua. Sino que, con el interés con el que se vuelca en la literatura, por los valores que le hemos enseñado, muchas veces prefiere quedarse en casa o visitar la biblioteca y leer a Roald Dahl, en vez de ir a jugar con sus amigos.

Su rincón favorito es el trastero, donde hay más estantes repletos de libros que trastos de por sí (no consideramos que la pequeña librería sea un trastero, pero este cuarto siempre ha sido identificado con este nombre, y con el paso del tiempo le hemos acabado cogiendo cariño al término). A diario manifiesta su pasión por la lectura, y las ganas que tiene de hacerme compañía durante mis jornadas de “trabajo”. Siempre me afirma con seguridad que, de mayor, trabajará conmigo en la librería, y que cuando yo perezca –ha aprendido a hablar de la muerte con naturalidad-, la cuidará de maravilla.

Yo no quiero chafarle la ilusión, y cuando menciona el tema de la librería, pongo evasivas para rehuirlo. No quiero hacerle saber que cada vez puedo permitirme menos el local, y que estoy a punto de venderlo al director de un negocio de peluquerías, distribuidas por toda la ciudad.

De momento, ella está contenta. Queda poco con sus amigos –a quienes podemos contar con los dedos de una sola mano-, no juega en el parque, casi no ve la tele ni utiliza el ordenador, pero con los libros está satisfecha, irradia felicidad, y lo único que quiere mientras está en el colegio es regresar a casa y leer sin parar hasta la hora de dormir.

Por ahora, sin que sepa la verdad… ya está bien.