lunes, 28 de julio de 2014

EL FINAL DE "COMO CONOCÍ A VUESTRA MADRE" (CON SPOILERS)



*ATENCIÓN, ESTA CRÍTICA CONTIENE SPOILERS*

Ya era hora de que criticara el dichoso final. Hace más de dos meses que lo vi y todavía no lo he comentado. 

Vayamos al grano. En realidad, yo ya leí en alguna parte que Barney y Robin se divorciaban, también lo de la muerte de la madre, y que Ted volvería con la canadiense me lo imaginaba. Marshall y Lily, como ya sabíamos, son la pareja perfecta. Con ellos no me he enfadado.

Lo que me indignó fue tanta tontería para no llegar a nada. Es decir, toda la novena temporada se basaba ¿en qué? ¿Una semana? ¿Menos? Detallando el periodo antes de la boda como un evento importantísimo, como si realmente hubiéramos llegado al final. Pero en realidad, en toda la temporada no pasa nada -solo la boda-, y en el doble capítulo final dan un giro argumental tan grave que me cabreó.

Cuando explican como Ted y Tracy se conocieron tendría que haber sido la última escena. A mi gusto, la cagaron alargando el final. Qué rápido se divorcian Barney y Robin. Qué poco les parece importarles al resto. Qué rápido se cargan a la madre. Qué rápido lo solucionan todo con Ted y Robin.

Además, darte cuenta de que el final lo tenían pensado desde el principio, todavía deprime más. Personalmente, me siento algo frustrada. Es como si estas nueve temporadas no hubiesen servido de nada. El título de la misma serie es un engaño. Lo importante no es "como Ted conoció a la madre de sus hijos", sino "como Ted, después de tantos altibajos, acabó quedándose con tía Robin".

Estoy de acuerdo con lo que he leído en otra crítica: después de haberse separado y juntado tantas veces, la relación Ted y Robin ya nos parecía apagada y casi imposible. Lo habían dejado tantísimas veces que yo ya los veía como buenos amigos Y NADA MÁS. Ya me había metido en la cabeza que no volverían juntos y que no formaban una buena pareja.

Añado otra cosa más: nunca me ha caído bien Robin. Me parece estúpida, antipática, quejica, amargada, caprichosa, pesimista, victimista, cínica... y un largo etcétera. Lily sí que me cae bien, pero ese ya es otro tema. Por eso nunca quise a Robin con Ted, y él me pareció idiota quisiendo volver con ella. Vale que, después de la muerte de su amada, quisiera encontrar a otra persona que le hiciera compañía, pero ¿TUVISTE QUE ELEGIR A ROBIN? Para mí, Ted y Tracy son la pareja perfecta, y creo que soy capaz de olvidar el verdadero final, creer que la madre no se murió y que ambos seguirán juntos para siempre, aunque me mienta a mí misma. No me he enfadado porque Ted se fuera con Robin, no me gusta la idea pero tampoco se tiene que hacer todo como prefieran los espectadores. Me he enfadado por como lo han llevado a cabo, como lo han desarrollado.

Por último, os hablaré muy por encima de Barney. Él es un personaje especial. Parece que siempre había temido el compromiso, hasta que salió por primera vez con Robin, que se centró más. Para mí no eran la perfecta pareja, pero me gustaban. Ya los veía bien, casados. Por lo menos, han hecho que Barney tuviese una hija y dejara de ir de flor en flor.

Esta es mi sincera opinión del final, y sé que es corta, pero tampoco hay mucho más que decir. Solo quería desahogarme, decir que estaba indignada y exponer mis razones. Podéis comentarme qué os pareció a vosotros, si queréis, aquí abajo.

domingo, 27 de julio de 2014

HABLEMOS DE FILMAFFINITY



Como podéis comprobar por el título, voy a hablaros de Filmaffinity. Muchos sabréis que esta es la página web de críticas a películas y programas de televisión por excelencia. Hay reseñas de críticas hechas por expertos y muchas críticas de usuarios, no tan expertos pero cinéfilos empedernidos, quienes saben expresarse muy bien y también saben elegir las palabras adecuadas.

Es una buena página, no lo niego. Puntuaciones estrictas y críticas profesionales y exigentes. Sirven de referente para guiarte y decidir si cierta película o serie es buena, un truño o no está mal. A veces hasta puedes reírte por la de sarcasmos que algunos sueltan. 

Pero a veces puede amargarte. Nunca es bueno consultar la puntuación de una película antes de verla, pues te da ideas preconcebidas y ya no decides por ti mismo. Inconscientemente, después de ver la puntuación y leer algunas críticas de esta, ya te guías y piensas si esta será buena o mala. No sé si me explico. Pondré un ejemplo:

Véase el caso de El Padrino. La primera película de la trilogía es la que más puntuación tiene en toda la página, si no recuerdo mal tiene un 9,1. Imagínate que antes de verla ya conoces estos datos. Entonces, cuando veas la película, ya tendrás la idea preconcebida de que tiene que gustarte, y aunque esta te aborrezca, lo negarás -en parte también para no recibir miradas fulminantes de fanáticos- y te mentirás a ti mismo/a diciendo que te ha gustado. 

Lo mismo se puede decir de una película mal puntuada. ¿Y si a ti te gusta? Antes de verla consultas su puntuación y te metes en la cabeza que esta será un bodrio y que no la vas a soportar. Pero nunca se sabe. Quizás, si no lo hubieses consultado, te habría gustado y no te habrías metido ideas preconcebidas, como he repetido varias veces previamente.

Desafortunadamente, también puede pasar al revés. Puedes ver una película que te ha encantado, y luego ver qué les ha parecido a los críticos expertos y a los usuarios, y ves que la tildan de mediocre, o cosas peores. Entonces -al menos en mi caso- te frustras y te avergüenzas de ti mismo por haber pensado que este largometraje era buenísimo.

Eso es lo que me sucedió a mí hace poco. Vi en el cine El abuelo que saltó por la ventana y se largó, y no sé si es porque soy idiota o algo, pero me reí en toda la película a carcajada limpia. Volví a casa encantada, con una sonrisa en la cara, diciendo que es muy buena y recomendándola a mis padres. Luego, tonta de mí, fui a consultar en Filmaffinity, creyendo que la elogiarían y tendría una puntuación mínima de un 7,5. Pero voy y veo que tiene un 6 y poco y que los críticos hablan de ella como si hubiese sido un desastre.

Y me frustré en silencio. Solo un poco, eh. Tampoco fue la desgracia de mi vida.

Este no es un mensaje "anti Filmaffinity", solo era una opinión. Os aconsejo que vayáis con cuidado y que también aprendáis a opinar sobre cualquier cosa por vosotros mismos, sin tener que guiaros por una página web (aunque su contenido sea muy bueno) o por nadie. 

Ya que he hablado de Filmaffinity, aquí tenéis el enlace de la página web versión española: http://www.filmaffinity.com/es
Y aquí la versión en inglés: http://www.filmaffinity.com/en/main.html

TIRANÍA: CAPÍTULO 6



Bartje es la dama de honor. Está más guapa que nunca; lleva un vestido de tubo estrecho, de un color rojo pasión, que le llega a las rodillas, y calza unas sandalias romanas con un par de centímetros de tacón. Se ha empolvado los pómulos para parecer más morena, pintado los labios de marrón oscuro y remarcado los ojos con una raya negra, que hace que parezca que tiene el iris más grande. Se ha alisado el pelo oscuro y se lo ha escalado de una forma encantadora. Sobre el vestido lleva una chaqueta tejana porque corre un viento fresco.

Sus hijos van también muy elegantes. Emke lleva una camiseta de manga corta color café y una falda plisada Siena atada más arriba del ombligo con un cinturón negro, y calza unos zapatos de charol también negros. A petición suya, su madre le ha cortado el pelo corto en forma de casco, y se ha pintado los labios de rojo cereza. Garritt lleva el pelo repeinado hacia atrás con colonia, y viste una camiseta verde oliva y unos pantalones cortos añiles. Bajo los zapatos de charol ocres, lleva unas medias blancas que le llegan a las rodillas.

Pero a Merete le toca ser la más bella de todas. No sabe si lo será, pero al menos lo habrá intentado. El velo le cubre media cara, emblanquecida por polvos de talco para que parezca que tiene la piel más fina, los labios ligeramente pintados de escarlata, una pequeña flor turquesa pintada al lado del rabillo del ojo izquierdo, los ojos reseguidos por una línea negra y los párpados un poco pintados de magenta. Se ha rizado el pelo y se lo ha teñido de negro, como el azabache. El vestido que lleva lo tiene ceñido a la cintura y le llega a los pies, pero sin tener que arrastrarlo, y es de damasco. Es completamente blanco como la nieve, con algunos bordados de flores en las puntas y las mangas.

Cuando su hermana la ve, se le abre la boca bien abierta y la abraza. Le dice que está preciosa y le da mil besos y piropos, empalagándola con su fragancia de vainilla. Le da la mano y se la aprieta muy fuerte, llena de orgullo y alegría. Los niños también se exaltan y están contentos. Emke le suplica que le dé el vestido, así cuando ella se case dentro de muchos años irá igual de guapa.

El abuelo de los niños se los lleva a la Gran Sala para que se sienten, pues el novio está esperando en el altar y pronto empezará la ceremonia. Las hermanas enlazan sus brazos. Todos se han ido avanzando lentamente. Cuando entran en la sala, Merete se cubre completamente los ojos con el velo para no ver nada lúcidamente hasta llegar al altar. Al llegar ahí, habiendo cruzado el espacio que hay entre las dos bandas de asientos y recibiendo elogios por parte de todos los presentes, Bartje le destapa los ojos con delicadeza.

Directamente, su mirada va hacia los ojos encendidos de Ardjan, que brillan llenos de amor. La novia se acerca con una sonrisa a su amado y se pone delante suyo, dejando que él contemple su belleza, pues nunca la había visto antes tan espléndida. El sacerdote parlotea y nadie le hace caso, los dos intercambian anillos y llega el beso…

Pero en vez de besar su boca, Merete besa la esquina de un estante colgado en la pared. Los dientes empiezan a dolerle horrorosamente y se los toca para comprobar si se ha hecho sangre, pero no hay rastro de ella. Solo ha sido un golpe. En breves ya no le dolerá más.

¿Se puede saber qué es lo que acaba de soñar? Solo recuerda a Garritt y Emke bien vestidos, y ella con un vestido de novia. Recuerda ir del brazo de alguien, y que estaba a punto de casarse. El resto lo ve borroso y casi se le ha olvidado.

Se levanta con holgazanería, estirando los brazos al máximo y entonando un bostezo irritante, un bostezo que roza el chillido. Se deshace la cola del pelo y va al lavabo, con los ojos medio entelados porque cuando recientemente se levanta todavía está adormecida. Se lava los dientes repetidamente, hasta eliminar el último rastro de suciedad visible. Luego se moca la nariz, porque se ha resfriado y esta se le ha llenado de mocos.

Baja por las escaleras de madera, que crujen bajo sus pies, y ve que Garritt está durmiendo en el sofá, abrazando un cojín de angora. Le sale una burbujita de mocos por la nariz, y su cuerpo es tan pequeño que Merete puede sentarse a su lado. Enciende el televisor, que es tan viejo que cimbra como si dentro de ella habitaran moscas. El único canal que pueden ver en la casa es el Religioso, en el que emiten misas cada día y a veces ponen dibujos animados sobre el nacimiento de Jesucristo y sus apóstoles. En latín. El holandés se está perdiendo… incluso en los diarios se ha perdido el idioma original.

Cuando vuelve a la realidad después de quedarse pasmada un rato, se da cuenta de que tiene la cara y el cuello de la camiseta del pijama mojados de lágrimas. Y solloza involuntariamente. ¿Por qué está llorando ahora? ¿Es idiota o qué?

Hace un par de horas que tendría que haberse ido a trabajar. Y la muy estúpida se acuerda de ello ahora. Le cancelarán el sueldo de dos semanas por haberse saltado horas. En cambio, si fuese uno de sus compañeros el que faltara, solo le cancelarían el dinero de las horas que no ha cumplido.

Lo que más le preocupa es que tendrá que esforzarse demasiado para alimentar a su hermana y sus sobrinos… y Bartje le dirá que no pasa nada, que podrán aguantarse unos días sin comer, pero Merete no se lo cree. Emke solo tiene siete años y Garritt tres. ¿Cómo podrían aguantarlo?

Se viste con lo primero que encuentra y después de besar la mejilla del niño que duerme en el sofá, se va corriendo para llegar lo más pronto posible a la estación de trenes de carga.

Cuando llega allí, todos sus compañeros ya están trabajando, y se nota desde lejos el bochorno que sufren y como se esfuerzan. Entonces ellos la ven, y se ponen a reír y a mirarla con repulsión, pero no se aturan para decirle nada y siguen en sus cosas.

Se acerca con seguridad a uno de los caudillos, el señor Korneel van Middelkoop. Es medio calvo, y los pelos que le quedan son de color canela. Es alto y robusto, pero no está gordo y tiene unos hombros altos y fuertes. Lleva una boina terrosa que lo distingue como capitán de un grupo de policías, una camisa larga color gamuza con el escudo de Holanda y el de la Tiranía, unos pantalones marrones ceñidos con un cinturón, y calza unas botas de cuero negro. En el cinturón lleva atadas una porra y una escopeta.

-Señor, discúlpeme la tardanza. Mis sobrinos pequeños estaban solos en casa y tenía que cuidar de ellos hasta que su madre llegara de comprar al mercado –miente lo mejor que puede.

-¿Se puede saber qué haces aquí, todavía?

-Trabajo aquí, señor Middelkoop. Soy Merete Rasool, ¿me recuerda?

-Ya sé quién eres, mentecata. ¿No ves que te has quedado sin trabajo?

-¿Que me he quedado sin trabajo? –Korneel camina intentando ignorarla, pero Merete lo sigue como puede- ¿Y eso por qué? Ya le he dicho lo que me ha sucedido. ¿Qué más quiere?

-Quiero que te vayas, Rasool. No puedes faltar a tu puesto de trabajo.

-Pero… si Corjan hubiese sido el que se saltara horas, por ejemplo, se lo perdonaríais…

-Corjan Reichert es un hombre. Y tú una mujer. ¿Aún no encuentras la diferencia entre ambas palabras, moscona?

-¡Yo no soy una moscona!

Es eso lo que le grita y así es como le queda la mejilla izquierda al señor Korneel van Middelkoop: rosada. Merete se mira la mano y al instante se siente culpable. Todos la miran a ella, desdeñosos. No se resiste cuando un par de soldados con un chaleco ocre dorado y unos pantalones marrones la cogen y se la llevan. Uno de ellos le mete un golpetazo con la culata de una escopeta y ella se queda inconsciente.

Pero cuando abre los ojos no ve lo que esperaba. No ve a Middelkoop o a cualquier otro caudillo, tampoco ve a ningún policía o carcelero, sino a Bartje. La está observando con inquietud, y cuando ve que su hermana mayor se despierta, le pide a uno de los carceleros que abra la celda y le deje salir de ahí.

-Como usted diga, señorita.

El hombre coge las llaves y deja que las dos se abracen y salgan de allí.

-¿Cómo lo has hecho? –pregunta Merete, todavía sorprendida.

-Mejor será que te lo explique cuando lleguemos a casa y te encuentres bien.

-Ya me encuentro bien. ¿Y los niños? ¿Dónde los has dejado?

-Están fuera, vigilados por un policía.

Pero cuando salen del edificio ve que Bartje le ha mentido: los niños no están. Le vuelve a preguntar dónde están, y la otra le contesta que no se preocupe, que están con alguien de confianza. La casa no está muy lejos, así que vuelven andando y llegan al cabo de unos cinco minutos.

Todo está tan silencioso y quiescente que a Merete le da mala espina. Su hermana abre la puerta y las dos entran con sigilo. Se acercan al sofá coral de lona. Ahí está estirado Garritt, cuyos pómulos están enrojecidos y el pelo y el cuerpo los tiene empapados de sudor. La pequeña Emke está sentada a su lado, acariciándole la frente y cantándole canciones para que se duerma.

-¿Qué le sucede? –pregunta Merete, que no entiende nada.

-Se ha puesto enfermo. Mi niño tiene mucha fiebre y se ha puesto enfermo… no quiero que le pase nada.

-¿Tiene fiebre?

-Mucha. Más de cuarenta grados. No quiere comer nada.

Un muchacho entra en la sala interrumpiendo la conversación con un bol de cerámica humeando en las manos, que entrega al niño febril. Se presenta diciendo que se llama Thijme Janssen, un conocido de Bartje. No es muy alto pero tampoco achaparrado. Le brillan los ojos azules con chalanería, los cabellos leonados los tiene alborotados y ondulados, y viste una camiseta verde de tirantes y unas bermudas color calabaza, y calza unas chanclas hawaianas turquíes. No debe de tener más de veinticinco años, por el aspecto jovial que tiene. Thijme y Merete se estrechan la mano al conocerse. Él está alegre pero ella lo mira suspicaz. Precisamente el chico tiene que irse ahora, y después de darle un corto beso a los labios a Bartje, se va.

-¿Cómo lo has hecho para sacarme de allí? ¿Y quién es ese Thijme?

-Les he contado que mi hijo estaba enfermo, y que por eso te habías puesto tan nerviosa.

-¿No podrías haberte inventado algo mejor?

-Pero si es cierto… míralo, mi dulce angelito… nunca lo había visto sufrir tanto. ¿No te dan ganas de llorar?

-¿He recuperado mi trabajo?

Entonces la hermana la mira a los ojos. Es como si sonrieran amargamente, llenos de ironía. Niega con la cabeza, y aparta la mirada.

-Tú lo perdiste, Merete. No me culpes a mí.

-No he dicho que fuese tu culpa. Ya lo sé, soy yo la que ha llegado tarde y la que le ha clavado una bofetada a su superior. Solo te lo he preguntado. Todavía no me has contestado a la otra pregunta, ¿quién es ese chico?

-Se llama Thijme Janssen, ¿no lo has oído?

-¿Te crees que soy estúpida? Claro que lo he oído. Pero quiero saber de qué lo conoces.

-¿Tanto te importa lo que haga con mi vida?

-Estás enamorada de él, ¿me equivoco?

Bartje enmudece y enrojece.

-¿Y qué te importa si lo estoy?

-No te lo prohíbo, Barti. Solo te pido que vayas con cuidado. Tú ya sabes lo que sucedió con Harrie.

De repente, Bartje, amedrentada y volviendo a su cobardía de años atrás, intenta tranquilizarse y mira a los ojos de su hermana.

-Quiero a Thijme. Te prometo que iré con cuidado, no sufras.