miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA NOCHE



Esta vez voy a hacer una entrada diferente. Y no, no voy a escribir un poema. Os advierto que esto lo estoy escribiendo sin previa preparación, así que no os esperéis algo digno de recibir un Premio Nobel de Literatura, o de recibir un premio alguno. 

Puede que esto esté dedicado a alguien en concreto, o inspirado en alguien en concreto a quien no mencionaré.

Simplemente, como supongo que ya os habréis imaginado leyendo el título, voy a hablaros un poco por encima de la noche. Básicamente estos son pensamientos que navegan por mi mente repleta de pasadizos retorcidos que no llegan a ningún lado.

La noche. ¿Qué es eso? Bueno, si tenéis sentido común, habéis ido a la escuela o estáis vivos, sabréis lo que es, pero solo visualmente. ¿Y sentimentalmente? Personalmente, a mí me transmite un cúmulo de sensaciones inmenso, aunque no abrumador ni agobiante, para nada. Es más, este período me concede una relajación extraordinaria que se agradece. 

No os penséis que soy una vampiresa y que odio la luz del día. Nada de eso. El día es una joya, es magnífico contemplar todos los colores y sus matices, aun no teniendo ni la más remota idea de pintura y de bellas artes. Es hasta gratificante ver el mundo despierto, las calles con gente -si vives en una ciudad o en un pueblo grande- y tu alrededor lleno de actividad. 

Pero la noche se supera. Calles prácticamente desiertas, luces tenues de las farolas, silencio casi perfecto, oscuridad embriagadora. Me entran tantas ganas de escribir por la noche que es como si realmente estuviera borracha (y técnicamente no lo estoy, eh). 

Me encanta ir de noche por Barcelona. También sería fascinante ir de noche por casi cualquier ciudad del mundo, pero Barcelona es donde vivo así que es mi mejor referencia. Es una de las pocas partes del día en las que me siento distendida y libre, aunque el tema de la libertad es muy cliché y no voy a abarcarlo ahora mismo. Me enamora caminar por las calles vacías -que no sean céntricas porque entonces hay gente-, tener más frío que por la mañana -un frío agradable y que acaricia los sentidos- y sentir que estoy sola y que nadie me molesta. 

Puestos a dar créditos de los pros de la noche, voy a mencionar la música. Es delicioso tener la oportunidad de poder escuchar música con los auriculares en este hermoso ambiente nocturno. Poder deleitarte y caminar al ritmo de la percusión, relacionar la melodía con tu entorno... aunque tienes que elegir las canciones adecuadas, todo sea dicho. Dudo que sea muy apasionante escuchar una rumba o pop comercial por la noche. Mejor la música alternativa, el jazz o más clásica, ¿no?