domingo, 1 de enero de 2017

LIBROS LEÍDOS EN 2016


En Goodreads me propuse el reto de leer 50 libros en un año, y he sido capaz de alcanzar la cifra sin complicaciones. Decidí registrar todos los libros que leo, y redactar una lista anual. Así que os presento los libros que he leído en 2016, en orden cronológico de lectura. He puesto los títulos originales para que no haya confusiones.

  1. Antígona, de Salvador Espriu
  2. La veu de la sirena, de Carme Riera
  3. Le Petit Prince, de Antoine de Saint-Exupéry
  4. La meva Cristina i altres contes, de Mercè Rodoreda
  5. To the Lighthouse, de Virginia Woolf
  6. The Girl on the Train, de Paula Hawkins
  7. A Confederacy of Dunces, de John Kennedy Toole
  8. Vendredi ou les limbes du Pacifique, de Michel Tournier
  9. Harry Potter and the Philosopher’s Stone (Harry Potter #1), de J.K. Rowling
  10. Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura
  11. Bearn o la sala de les nines, de Llorenç Villalonga
  12. Tempestat de flama. Antologia poètica, de Bartomeu Rosselló-Pòrcel
  13. Au revoir là-haut, de Pierre Lemaitre
  14. Harry Potter and the Chamber of Secrets (Harry Potter #2), de J.K. Rowling
  15. L’estiu que comença, de Sílvia Soler
  16. Harry Potter and the Prisoner of Azkaban (Harry Potter #3), de J.K. Rowling
  17. La voz dormida, de Dulce Chacón
  18. Steppenwolf, de Hermann Hesse
  19. The Pearl, de John Steinbeck
  20. Jardí vora el mar, de Mercè Rodoreda
  21. Invasió subtil i altres contes, de Pere Calders
  22. A punt d’estrena, de Maria Carme Roca
  23. Harry Potter and the Goblet of Fire (Harry Potter #4), de J.K. Rowling
  24. The Fault in Our Stars, de John Green
  25. In Cold Blood, de Truman Capote
  26. Farándula, de Marta Sanz
  27. Harry Potter and the Order of the Phoenix (Harry Potter #5), de J.K. Rowling
  28. Män som hatar kvinnor (Millennium #1), de Stieg Larsson
  29. Harry Potter and the Half-Blood Prince (Harry Potter #6), de J.K. Rowling
  30. Der Antichrist. Fluch auf das Christenthum, de Friedrich Nietzsche
  31. Harry Potter and the Deadly Hallows (Harry Potter #7), de J.K. Rowling
  32. Parnassus on Wheels, de Christopher Morley
  33. The Fellowship of the Ring (The Lord of the Rings #1), de J.R.R. Tolkien
  34. God Help the Child, de Toni Morrison
  35. Siddharta, de Hermann Hesse
  36. A Clockwork Orange, de Anthony Burgess
  37. The Two Towers (The Lord of the Rings #2), de J.R.R. Tolkien
  38. Va’ dove ti porta il cuore, de Susanna Tamaro
  39. Pearl of China, de Anchee Min
  40. Ascolta la mia voce, de Susanna Tamaro
  41. Riña de gatos: Madrid 1936, de Eduardo Mendoza
  42. Qing cheng zhi lian / Fengsuo, de Eileen Chang
  43. Cròniques de la veritat oculta, de Pere Calders
  44. Faust, de Johann Wolfgang von Goethe
  45. The Ballad of the Sad Café, de Carson McCullers
  46. Le Dernier Jour d’un condamné, de Victor Hugo
  47. Man Makes Himself, de V. Gordon Childe
  48. The Grapes of Wrath, de John Steinbeck
  49. Dubliners, de James Joyce
  50. De solituds i tempestes, de Ricard Pérez i Fuster
  51. Onna no inai otokotachi, de Haruki Murakami
  52. Post Office, de Charles Bukowski
  53. We Should All Be Feminists, de Chimamanda Ngozi Adichie
  54. Un hiver à Majorque, de George Sand (Amandine Aurore Lucile Dupin)
  55. The Clan of the Cave Bear (Earth’s Children #1), de Jean M. Auel
  56. Seta, de Alessandro Baricco
  57. L’Étranger, de Albert Camus
  58. La vida de Lazarillo de Tormes, de Anónimo
  59. The World of Late Antiquity, de Peter Brown
  60. The Old Man and the Sea, de Ernest Hemingway
  61. La vida del Buscón, de Francisco de Quevedo
  62. The Turn of the Screw, de Henry James
  63. Se questo è un uomo, de Primo Levi
  64. Murder on the Orient Express, de Agatha Christie
  65. The End of Eternity, de Isaac Asimov

sábado, 10 de diciembre de 2016

OTRA VUELTA DE TUERCA


Breve ficha técnica
Título original: The Turn of the Screw
Idioma original: Inglés  
Autor: Henry James
Año: 1898
Género: Novela
Editorial: Alianza editorial
Número de edición: Tercera
Número de páginas: 198

La novela no empieza con el relato en si, sino con un grupo de amigos que, alrededor del calor de la hoguera de una casa, se cuentan historias de terror. Como este inicio está narrado en primera persona, pensé que, aunque se narraran relatos que no concernían directamente a esos personajes, acabaría sucediéndoles algo a ellos, pero no es así. El libro acaba girando, únicamente, en torno a la historia que expone el tal Douglas. Puesto que explica que había algún tipo de relación —estrecha, incluso— entre él y la protagonista de este suceso, pensé que este, de algún modo, tendría alguna involucración en los acontecimientos. Me equivoqué.

La protagonista —cuyo nombre creo que, en ningún momento de la obra, se menciona—, una joven hija de un párroco rural, decide hacerse institutriz y, para ello, viaja a Londres, dirigiéndose a una cita concertada con el propietario de la mansión de Bly, donde viven sus dos sobrinos, huérfanos y necesitados de alguien que les imparta una educación doméstica, pues la anterior aya —ergo, la predecesora de la chica— ya no estaba disponible, y, así, determinar las condiciones con las que ella trabajará próximamente, y acabar de sellar el contrato.

Ya solo las condiciones que el señor de Bly establece son sospechosas, a pesar de su carácter alegre y noble, como por ejemplo que se exima de cualquier responsabilidad, que le exija que ella se encargue de solventar todos los contratiempos, o que le coarte los derechos a pedirle ayuda ante cualquier problema que surja. Desde entonces, se vislumbra que algo no cuadra. Sin embargo, a pesar de su recelo inicial, la chica acepta el trabajo.

La señora Grose, que se encarga del cuidado de los niños, aunque simpatiza con la muchacha y raramente se muestra contraria a ella, nunca acaba de caerme bien. Quiero confiar en ella pues, aunque ingenua y asustadiza, es de buenas intenciones, pero no consigo fiarme en ningún punto de la novela.

Los niños, Flora —la pequeña— y Miles —el mayor— encarnan, aparentemente, la dulce y perfecta inocencia infantil. Están descritos como si hubieran caído del cielo, literalmente, pues a menudo son comparados con ángeles. Son, además, niños prodigio, pues enseguida digieren lo que aprenden en las clases, y a veces parecen mostrar aun más inteligencia que la propia maestra. Sin embargo, no todo es agua clara. Ya desde el principio hay un indicio extraño: la carta del director del colegio de Miles, que indica, categóricamente, que este está expulsado del centro, y que nunca más volverá a ser aceptado.

Desde mi punto de vista, me parece que esta carta es el eje de la obra, sobre el que giran muchos acontecimientos, más que la aparición de los fantasmas. La protagonista querrá encontrar la supuesta maldad del niño, se esforzará por hallarla, pero solo verá ternura y magnificencia en su imagen, siempre se quedará embelesada con esa aura pueril y frágil, igual que le pasa con Flora. Aunque, a mí, me daban mala espina.

Entonces, lo que todos esperaban: la aparición del primer fantasma. El mayordomo, o sirviente, o criado, o lo que sea, llamado Quint. Que está muerto. Igual que la señorita Jessel, la antigua institutriz, que también acaba apareciéndose en forma de espectro. A partir de entonces, la joven tendrá que combatirlos, con la determinación, sobre todo, de proteger a los niños —que yo no los veo tan pobrecitos… nunca acabo de confiar en ellos, tampoco—, y lo hará con la ayuda de la señora Grose quien, aunque timorata y constantemente prevenida, nunca dejará de serle honrada, y la ayudará en lo que esté en su mano.

Sigo planteándome si los niños eran buenos y la malignidad que manifestaban era porque estaban corrompidos por los fantasmas que querían llevárselos, tal y como se nos explica, o si eran, en realidad, perversos ya de por si, y su candidez era una fachada con la que se cubrían conscientemente. Me pregunto, también —pues no se especifica en ningún momento—, qué hicieron Quint y la señorita Jessel, con los niños, antes de morir, porque fueran recordados con tan mala imagen.

Este es de los pocos libros de terror que he leído, concretamente de la temática de fantasmas. No he sentido miedo, porque no suelo sentirlo ni con las películas de terror, pero le concedo un merecido notable, porque su historia atrapa, inmersa en el espacio de la típica mansión grande y hermosa, pero prácticamente vacía y siniestra, rodeada por un paisaje también bello, pero asimismo luctuoso y marchito. Es, por lo tanto, un panorama propio del Romanticismo, aunque este corriente literario ya no estaba en auge en la época en que fue escrita la novela.

Aparte, ha sido el primer libro de Henry James que he leído. Es innegable su pericia con la pluma. Las descripciones, sin la necesidad de explayarse con mucho detalle, han sido concisas e impresionantes, incitando a la reflexión constante, e instalando el germen de la tensión incesante en el lector. Tengo pendiente, para un futuro no muy lejano, releerlo en inglés, y también leer más de este autor. Y, evidentemente, lo recomiendo. Lo único que he visto que podría considerar como negativo es que me esperaba un final que, aunque este no es abierto, cerrara más incógnitas. Si Henry James viviera en la actualidad, cuando están de moda las trilogías y sagas más largas de libros, seguramente se habría lucrado haciendo una segunda parte. O no.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Sin hilo II

Estaba ahora revisando el blog y he vuelto a una entrada que subí en febrero, en la que hablaba de una sinfonía de Haydn: http://thecorneroftales.blogspot.com.es/2016/02/un-poco-de-haydn.html. Me ha picado el gusanillo y estoy escuchándola de nuevo. ¡Es realmente sobrecogedora! Los vaivenes en los que se entremezclan la alegría y la dichosa impotencia… Genial. Ahora me cogerá el mono de escuchar música clásica.

Están sucediendo muchas cosas. Torrentes de información nos bombardean a diario, y sigue habiendo hechos relevantes que están indocumentados. Aun algo apenada por abandonar la carrera de Historia, me hará mucha ilusión estudiar Periodismo el año que viene. Quiero conocer todas las técnicas y herramientas de esta disciplina y poder informar sobre la actualidad con rigor y la máxima objetividad posible. Quiero alejar el periodismo de cualquier tipo de intención manipulativa. La prensa no debe inventar ni mangonear: su deber es plasmar, de forma fidedigna, la realidad. Y yo quiero aprender a hacerlo.

Igualmente, nunca pienso abandonar la historia. Ni dejarla en un rincón, como parte de la decoración. Seguiré leyendo, seguiré buscando, y en un futuro investigando. Seguiré apasionada por las épocas pretéritas. Estudiarla en la universidad, aunque solo hayan pasado dos meses desde que comenzó el curso, hace que la vea desde un prisma completamente diferente a la percepción que tenía anteriormente de esta ciencia. Siempre la había visto como algo bonito pero que, como formaba parte del pasado, no tenía ninguna utilidad en la actualidad ni en la práctica. Pero ¡cuán equivocada estaba! ¡Cómo nos engaña, a todos, el sistema educativo! La historia es mucho más que una recopilación de anécdotas entretenidas. La historia da significado a las culturas, a las sociedades, y a la política. La historia da significado a la HUMANIDAD.

Ya que estoy, aprovecharé para dejar aquí otra sinfonía de Haydn que estoy escuchando ahora mismo, la número 92:


Sé que esta es una entrada corta, pero intentaré pronunciarme más a menudo a partir de ahora. Bueno, no puedo prometer nada. Haré lo que esté en mi mano. Y trataré de estar más informada sobre la actualidad, porque soy la primera que necesita documentarse. Ando muy perdida...

sábado, 29 de octubre de 2016

Sin hilo

Estoy pasando por unas etapas de cambios constantes. Descubrimientos. Giros argumentales -aunque no exagerados-. No solo persistía el bloqueo mental a la hora de escribir, tampoco me sentía con las ganas suficientes para ponerme a escribir algo… ¿sólido?

Me debato entre seguir viendo Six Feet Under o escuchar música. Concretamente a Ben Harper. Merodeaba por Facebook, algo desganada, cuando me he topado con una publicación en la que salía él hablando de su voz… “No me habrían aceptado en un concurso musical, como el American Idol. No tengo la voz para ello. Pero la voz que sí tengo sirve a lo que he vivido, a lo que siento, a lo que percibo”.

En un concurso regentado por mí, no solo su voz sería valorada como se merece, siendo considerada de alta calidad, sino que podría ser uno de mis favoritos únicamente por lo que transmite con su música, sus palabras y las texturas melódicas. No necesita todo un bagaje de instrumentos que lo auxilien en el acompañamiento.


Nunca he sido una melómana. He disfrutado de la música y la he valorado como uno de los bienes más importantes y, directamente, imprescindibles de la vida. La música es de las únicas disciplinas que van más allá de lo entendible y expresable en palabras. Se podrá hablar de la armadura, de los pentagramas, de la escala de do y de sol y de fa y de mi, de los instrumentos, de los ámbitos y registros… pero no se puede hablar, justamente, de las emociones que insufla. No se puede hablar del vahído que se siente cuando se llega al éxtasis. ¿Se podría equiparar al orgasmo sexual? ¿ES un orgasmo sexual? O... ¿existen otro tipo de orgasmos?

No obstante, como ya he dicho, no soy una melómana, ni nunca lo he sido. Nunca me comprometo a adentrarme por completo y a viajar con ella. No me refiero a ir en transporte público, en coche o caminando escuchando música con los auriculares. Me refiero a coger el tren que me ofrece cada álbum, a disfrutar de cada travesía dedicándome a ella por completo, abstrayéndome de los otros elementos que me rodean... Es preciso que le dedique más tiempo. Envidio a los devotos de esta doctrina -si es que puede considerarse así... que lo dudo.

Aislarme. Lo que necesito, a veces, es eso. Un aislamiento. ¿Sería demasiado radical retirarme? ¿Sería tan criticada como la película de Into the Wild? Que por cierto, a mí me gustó mucho. Quizá eso se debe a que la vi hace tiempo y era más chiquilla, o a que no entiendo el cine ni sé cuáles son las buenas películas DE VERDAD.

BAH. A la mierda los críticos intelectualoides que se lucran de juzgar cualquier producto audiovisual o literario que no siga unos preceptos no exentos de pedantería. Que sean felices contentándose con su cine clásico de principios del siglo pasado -que también está genial, no me malinterpretéis, pero hay que valorar el más actual-. A ver, centrémonos, ¿se puede saber qué estás diciendo, Rebeca? Ni que todos los detractores de Into the Wild fueran unos críticos intelectualoides y presuntuosos. Los habrá de inteligentes de verdad.

Después de mis delirios infundados y sin (mentira) precedentes, os dejo aquí otro temita del señor Harper que me reproduzco una y otra vez y que a menudo es capaz de producirme goosebumps -soy una modernilla porque hablo en inglés, en efecto-:


miércoles, 21 de septiembre de 2016

THE WIRE: LA SERIE CINEMATOGRÁFICA

Este artículo fue principalmente subido en otra página web: https//elhombrecamara.wordpress.com/2016/05/22/the-wire-la-serie-cinematografica/, porque se trataba de un trabajo para la asignatura de Cultura audiovisual, de 2ª de Bachillerato.
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The Wire nos presenta una nueva manera de ver el "cine": por capítulos de una duración de 50-60 minutos. Porque, aunque entre dentro de la categoría de serie televisiva, las técnicas empleadas son propias del mundo de la gran pantalla: es como si viéramos un documental de ficción. La precisión de los diálogos (como diríamos en la literatura clásica: el “decoro poético”, que consiste en que cada personaje tenga su propio lenguaje según los estudios que haya cursado y la clase social a la que pertenezca), la ambientación (los espacios son realistas porque los exteriores están rodados en las calles de la misma ciudad, y no se utilizan estudios), y la verosimilitud de las situaciones narradas son unas de las características principales de la serie. Otras series que empezaron a seguir esta tendencia anteriormente eran también de la misma empresa, la HBO (con series como The Sopranos, o Oz).

El punto de vista del espectador es omnisciente externo, por eso tiene similitudes con el género del documental, porque no hay uno o dos personajes protagonistas; todos van y vienen y aportan su granito de arena, todos tienen su importancia. En la primera temporada, por ejemplo, podemos pensar que quizás el protagonista es el policía Jimmy McNulty, o el narcotraficante Di Angelo Barksdale, pero a medida que pasan las temporadas, nos vamos dando cuenta de que no hay ninguno que destaque por encima del resto. A parte de esta frivolidad narrativa, con la que se nos hace difícil crear un vínculo emocional con ningún personaje, también es importante remarcar que ningún personaje es bueno o malo, no hay polos opuestos: nada es totalmente blanco o negro. Con esta característica, se reitera el realismo de la serie. Finalmente, podríamos constatar que no hay un protagonista humano, sino que el protagonista es, en realidad, la ciudad de Baltimore, donde se ambientan todos los sucesos. Es cierto que hay un conjunto de personajes que son más principales que otros; sin embargo, los personajes secundarios tienen también mucha relevancia en la trama, no son solo parte del decorado. A parte, están todos insertados en un ciclo vital que se repite, y son víctimas del determinismo.

Para remarcar el aspecto de la verosimilitud, vemos como se abarcan varias temáticas:

1.      En primer lugar, uno de los temas más importantes: la problemática de las drogas, tanto desde el punto de vista de los traficantes como de los consumidores.
2.      La pobreza, que se ve patente, en su mayoría, en los habitantes de etnia negra (que constituyen, irónicamente, alrededor del 65% de la población).
3.      La policía, que intenta combatir la problemática de las drogas y la delincuencia en general que se acontece en la ciudad (no solo se nos presenta su lado bueno, sino también la incompetencia de muchos miembros del cuerpo policial, y la corrupción de los de arriba).
4.      La importación de productos ilegales de manera clandestina mediante los puertos marítimos y otras vías.
5.      La corrupción política, que prácticamente podemos ver plasmada en las elecciones para la alcaldía del municipio.
6.      La educación en los barrios más conflictivos. Su calidad poco propicia está también directamente relacionada con la pobreza económica y con la problemática de las drogas (los padres adictos no son capaces de ofrecer una educación óptima a los hijos, y así consecutivamente).
7.      La implicación de los medios de comunicación en la delincuencia, y la manipulación y tergiversación del periodismo en muchos casos, por el sensacionalismo.

Es preciso destacar la integridad de las interpretaciones de los actores, ya que muchos de ellos formaban parte, en la vida real, de estos barrios donde permanece la presencia de las drogas y la pobreza, y vivieron en primera persona estos entornos conflictivos. Por lo tanto, eran capaces de encarnar sus personajes con una naturalidad increíble, sin requerir unas dotes interpretativas espectaculares ni experiencia en el mundo escénico.

Ligado con los escenarios de exterior reales y con la acurada recreación de los interiores (sin la necesidad de muchos recursos ni de una superproducción), es relevante otra peculiaridad de la serie que otorga realismo: la falta de música, de sonidos extradiegéticos (de fuera de campo). Que no se añada música en los momentos cruciales (por ejemplo, para acentuar el dramatismo, o para dar más impacto en escenas morbosas), está también conectado con la inconsideración narrativa. La clara intención del creador de la serie (David Simon, periodista muy implicado en la realidad en las temáticas que trata en sus proyectos) es que haya una distancia entre el espectador y los personajes, y pretende mostrar los hechos de la manera más cruenta posible: no hay marcha atrás, no hay compasión; simplemente se plantea un punto de vista pasivo y estoico de las circunstancias.